Las palabras son un puente entre el yo y el tú, las palabras hacen un tejido que a ratos pueden tocar el ser. Cuando se habla más allá de la superficialidad, tan necesaria a veces, cuando se alcanza lo esencial, las palabras reunen las almas y conjuran la soledad, eso lo sabemos todos, es parte de nuestra experiencia, pero a veces las palabras intoxican, provocan confusión ¿cómo saber cuándo hayq eu hablar y cuando hay que callar?.
El silencio puede hacer hablar. Este presupuesto que parece tan obvio a veces suele caer en el olvido. Pareciera que todo el mundo deseara expresarse, deseara hacerse presente, necesitara tejer puentes con las palabras. Y se olvida el silencio, que en cierto sentido puede ser una hermosa ofrenda para los demás y para si mismo claro está.
Cuando pasamos por momentos de confusión, de desorden interno, sea por lo que sea, intentamos acallar la ansiedad con palabras que nos decimos o con los demás. Muchas veces esto nos tranquiliza y nos hace sentir mejor. Sin embargo, una técnica que puede ser de gran utilidad es callar, dejar el espacio para que las cosas de nuestro interior se acomoden y armonicen, sin que el discurrir de las palabras entorpezcan el proceso mental.
En algunos en efecto del silencio es impresionante. Cuando las palabras extreriores se empiezan a acallar, pueden notar con mayor exactitud qué es lo que realmente sienten, y de esta forma se puede conectar con recuerdos e impresiones significativas. La claridad vendría a ser más bien la hija del silencio que de la precisa organización a las palabras.
Hay personas que necesitan de las palabras para alcanzar la armonía interior. Pero es bueno tener presente que hay otras que preferimos del silencio.
Estamos tan acostumbrados a hablar que olvidamos el valor del silencio; debiéramos preguntarnos que tipo de personas somos. Cuánto valor tiene en nuestro espíritu el silencio. Cuánta necesidad podríamos tener de él. El silencio puede dejar florecer de manera natural sentimientos que necesitan tener un cauce distinto al verbal.
De hecho los sentimientos mas sublimes tienen un caracter inefable, no se dejan capturar por las palabras. Si llenamos nuestros ser de palabrería quizás no es posible, es díficil tomar el pulso de algunos sentimientos que hablen de nosotros mismos mucho mejor que mil palabras.
Entonces no hay que olvidar que la magia de las palabras, la bella magia de las palabritas, también nos puede intoxicar.
nos quedamos callados?